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lunes, 12 de noviembre de 2012

Seppuku (harakiri)

Continuando con la entrada anterior y viendo el gran impacto mediático que ha tenido el suicidio de una mujer desahuciada, me ha venido a la cabeza el seppuku (harakiri), el suicidio ritual japonés.

Es otra de esas particularidades de la cultura japonesa que tanto nos llama la atención en occidente. Hay mucha, muchísima literatura sobre ello, occidental y oriental, que a veces pueden darnos ideas divergentes. Yo como no soy experto, no voy a profundizar en el tema, tan solo he visto unas cuantas pelis (os recomiendo esta), y tampoco creo que merezca la pena ahondar más en este momento.

El seppuku, entre otras motivos, se ha utilizado para protestar. Cuando no se estaba de acuerdo con el comportamiento, normalmente de un superior, o la situación era tan extrema que solo se sentía impotencia, la gente acometía el seppuku. Un guerrero que discrepaba con las acciones de su señor, o un padre de familia sin la posibilidad de mantener a su familia, podían llegar a suicidarse. Pero no como un mero acto de desesperación, sino como protesta.

El impacto de un suicidio-protesta es muy fuerte, nos está recordando que hay algo que mejorar, algo que no va bien, que no funciona como debiera. No tenemos que ir muy lejos, basta con recordar que la primavera árabe detonó en Túnez porque un joven se prendió fuego.

Es más poderoso un seppuku que un acto kamikaze (ambos suicidios y ambos inventos nipones), nos da más que pensar. Toca alguna tecla en nuestro interior que nos hace preguntarnos cosas. Cuando te llevas a alguien por delante, kamikaze, despojas al acto de toda carga moral, te pones al mismo nivel que el "malo", cuando te inmolas, te colocas por encima, ahora bien, ¡a qué precio!
Seppuku
Para que el suicidio-protesta sea eficiente, hace falta una sociedad, otros que observen y se sientan cuestionados por el acto. No habría suicidio-protesta si no hubiera una sociedad, un "otro" destinatario de la protesta. El suicidio así entendido, es social.

También hacen falta una serie de valores comunes, una moral, algo por encima de la persona, transpersonal, que soporte la acción y sirva de marco para la crítica.

Sociedad y valores.

En occidente protestamos de otra forma. Cuando actuamos según nuestros valores, de forma impecable, podemos conseguir a otra escala el mismo efecto. Podemos hacer que la gente a nuestro alrededor se cuestione las cosas, se haga preguntas. Es así como crece nuestro poder personal, siendo impecables en nuestros actos, siendo congruentes.

Y a partir de ahí, hasta donde queramos llegar.