Al decir congruentes me refiero a las acciones que están alineadas con nuestros valores. Al decir pequeñas entre comillas, aunque no hay acciones pequeñas si son congruentes, me refiero a las acciones que tienen una velocidad de propagación más lenta, como la del cerrajero, por ejemplo.
Un banco llama a un cerrajero para que cambie la cerradura de una casa desahuciada y ¿por qué negarse? el banco es su cliente y cambiar cerraduras es su trabajo. Aceptar el trabajo sería lo comprensible, lo que es más difícil es vislumbrar en ello un dilema.
Este tipo de cuestiones son difíciles de discernir porque las consecuencias de nuestros actos se pierden en una maraña de procesos complejos y las responsabilidades individuales quedan diluidas en las de entes impersonales como las empresas.
La hucha del Poder Personal |
Yo recuerdo hace ya algunos años, cuando instalaba equipos que automatizaban procesos industriales, que una consecuencia de mi trabajo podía ser la pérdida de empleos. En mi interior tuve una pequeña incongruencia carcomiéndome. Por lo que busqué argumentos compensatorios que me resultaran convincentes, como por ejemplo, se podía perder algún puesto de trabajo pero la empresa en su conjunto se mantenía a flote, sobrevivía y se hacía más competitiva.
Ante este tipo de dilemas, se pueden encontrar argumentos compensatorios tales como: "ganar el pan de mis hijos", "si no lo hago yo, algún otro lo hará", etc... y son igualmente válidos, al menos para algunas personas en algunos momentos. Solamente pensamos en los valores cuando tenemos la tripa llena.
Volviendo al cerrajero y a las congruencias, ¿cómo actuar?.
Cuando se plantea una cuestión de este tipo ¿qué hacer?
- Hacerse consciente. Si queremos podemos aprender a detectar nuestras incongruencias. Al principio cualquier cosa que hagamos estará bien. A continuación bastará con que nos observemos de forma crítica y hagamos los reajustes necesarios hasta conseguir "esa sonrisa especial".
- Hacernos dueños de nuestras acciones. Asumir que somos dueños de nuestras acciones y sus consecuencias. ¡No vivimos solos en el mundo! ¡ Sigamos la cadena causa-efecto!
Las congruencias aumentan nuestro poder personal. El cerrajero que se negó a cambiar la cerradura del piso desahuciado, sin duda, ahora tiene más poder personal. Yo me alegro por él.