Recientemente he trabajado con algunas de estas generalizaciones que, según diferentes enfoques dividían a las personas en:
- tierra, aire, agua y fuego.
- linfático, sanguíneo, nervioso y bilioso
- emprendedor, realizador, facilitador y sistemático.
- rígido, oral, psicopático, masoquista, esquizoide e histérico
- convencional, social, investigador, artistíco, realista y emprendedor.
- etc.
Yo no soy inmune a esta trampa y por diferentes razones acabo etiquetando a las personas. Quizás con el matiz de que trato de ser consciente del riesgo que esto supone. Uno de los propósitos con los que me levanto cada mañana es sustituir generalización por observación, sustituir el programa automático de navegación con el que me desenvuelvo en mi día a día, por una mayor observación, ¡casi nada !
Ahora bien, las generalizaciones son útiles y de una forma consciente o inconsciente todos las hacemos y las seguiremos haciendo, porque entre otras cosas nos permiten enfrentarnos a lo desconocido y evitar la incertidumbre.
Yo cuando hable de trabajo y realización personal, también haré generalizaciones. De hecho en la primera parte quiero estudiar cómo se percibe el trabajo en las diferentes culturas: occidental cristiana y protestante, hinduísmo y las castas, asia con china y japón, ... , todo lo que encuentre interesante.
Pienso que este estudio comparativo nos dará algunas de las claves para hacer que el trabajo sea una vía real para la realización personal.
Pienso que este estudio comparativo nos dará algunas de las claves para hacer que el trabajo sea una vía real para la realización personal.