Cuando no se puede percibir con los sentidos, o cuando su autoría queda diluida dentro de un equipo de personas, o cuando está muy condicionada por el punto de vista de otras personas, perdemos el sentido de nuestra obra.
Identificar la obra es importante, yo diría más, es necesario, porque nos expresamos a través de ella, puede simbolizar nuestra realización personal, la expresión de nuestra identidad.
La obra es una de los aspectos de la realización en el trabajo.
Bajo la etiqueta "La obra" escribiré una serie de entradas que desarrollan estas ideas. Empezaremos por una aproximación desde el concepto cristiano del trabajo.
CRISTIANISMO
En la encíclica Laborem Exercens de SS Juan Pablo II, escrita en el 90 aniversario de la Rerum Novarum de SS Léon XII, se dice en su misma introducción:
Hecho a imagen
y semejanza de Dios en el mundo visible y puesto en él para que dominase la tierra,
el hombre está por ello, desde el principio, llamado al trabajo. El trabajo es
una de las características que distinguen al hombre del resto de las criaturas,
cuya actividad, relacionada con el mantenimiento de la vida no puede llamarse
trabajo, solo el hombre es capaz de trabajar; solamente él puede llevarlo a
cabo, llenando a la vez con el trabajo su existencia sobre la tierra
Actividad para la subsistencia #(no es) TRABAJAR
Actividad para la subsistencia #(no es) TRABAJAR
En la
misma encíclica se citan las palabras del Génesis: Procread y multiplicaros y henchid la tierra; sometedla, a partir
de las cuales se deduce todo lo anterior y se nos dice que El hombre es la imagen de Dios, entre otros motivos por el mandato
recibido de su Creador de someter y dominar la tierra….Esta universalidad y a la vez multiplicidad del proceso de “someter la
tierra” iluminan el trabajo del hombre, ya que el dominio del hombre sobre la
tierra se realiza en el trabajo y mediante el trabajo.
Ser humano = TRABAJAR
TRABAJAR = "someter la tierra"
El trabajo es pues lo que nos humaniza. Por encima de los otros seres vivos que solo trabajan para subsistir, los seres humanos trabajamos para dominar la naturaleza. La diferencia entre el trabajo con minúsculas, al cual nos referimos de forma coloquial y el TRABAJO con mayúsculas, al que se refiere la encíclica, se encuentra en superar el límite de la subsistencia, de lo cual no hablaremos en esta entrada.
Lo que se deduce de todo esto, es que el TRABAJO con mayúsculas es transformación de la naturaleza, lo cual implica una obra, toda transformación se expresa en el resultado.
Definido de una forma más precisa todavía, encontramos esta misma idea en las palabras de Jesús. Según el evangelio de San Mateo, entre las enseñanzas del Sermón del Monte, se encuentra la conocida frase, en la que se refería a sus discípulos: Por sus obras los conoceréis.
Ser humano = TRABAJAR
TRABAJAR = "someter la tierra"
El trabajo es pues lo que nos humaniza. Por encima de los otros seres vivos que solo trabajan para subsistir, los seres humanos trabajamos para dominar la naturaleza. La diferencia entre el trabajo con minúsculas, al cual nos referimos de forma coloquial y el TRABAJO con mayúsculas, al que se refiere la encíclica, se encuentra en superar el límite de la subsistencia, de lo cual no hablaremos en esta entrada.
Lo que se deduce de todo esto, es que el TRABAJO con mayúsculas es transformación de la naturaleza, lo cual implica una obra, toda transformación se expresa en el resultado.
Definido de una forma más precisa todavía, encontramos esta misma idea en las palabras de Jesús. Según el evangelio de San Mateo, entre las enseñanzas del Sermón del Monte, se encuentra la conocida frase, en la que se refería a sus discípulos: Por sus obras los conoceréis.
Según el cristianismo, no somos lo que decimos, somos lo que hacemos, nuestra obra.