Todo movimiento, toda acción/ inacción que realizamos tiene un para qué, una razón, una motivación. En todo momento estamos eligiendo, desde primera hora de la mañana hasta que nos acostamos, el hecho de levantarse es ya en si una elección. Decidimos que ropa ponernos, qué desayunar, cómo desplazarnos al trabajo, y así sucesivamente.
Muchas de estas decisiones están automatizadas y forman parte de nuestra rutina, de nuestro programa de navegación diario y no somos conscientes de que las estamos realizando. Podemos incluso pensar sobre algunas de que no tenemos alternativas, que no hay elección posible, y por lo tanto no lo decidimos nosotros mismos, sino que lo hacen otros; pero yo pienso que esto no es así, siempre hay alternativas.
Ir al trabajo es una decisión personal, podríamos no ir, quedarnos en casa o hacer cualquier otra cosa. Pero vamos y lo hacemos porque existe un para qué, nuestro para qué, personal e intransferible.
De la misma manera las tareas que realizamos en nuestra empresa tienen una motivación, consecuencias, objetivos, fines específicos. La empresa define sus para qués en última instancia a través de la Misión, Visión y los valores pero también a través de sus objetivos estratégicos y de sus actuaciones, sobre todo a través de sus actuaciones.

Con todo lo dicho anteriormente ya estoy en condición de enunciar una primera definición de Realización a través del trabajo, que sería la de la aproximación a los para qués personales a través de la ejecución de las tareas desempeñadas en el trabajo.
En las próximas entradas iré hablando sobre la jerarquía de paraqués (ya definitivamente los voy a nominalizar) y quizás llegue a alguna otra definición de Realización a través del trabajo.