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domingo, 8 de junio de 2014

Enemigos - queremos ser mandados

Recuerdo al CEO (Jefazo) de una multinacional diciendo: "vuestros colaboradores están esperando a que les digáis lo que tienen que hacer".

Unas de las clasificaciones de estilos de dirección cita seis: Orientativo, Impositivo, Participativo, Coach, Afiliativo, Laissez-faire (Dejar-hacer). De la misma forma, los "no jefes" se podrían clasificar con el mismo criterio, en función de sus preferencias de jefes, según lo cómodos que se sienten con un estilo de liderazgo.

Hay personas que prefieren los estilos impositivos y no se sienten nada cómodos con los estilos participativos, no les gusta exponer su parecer y tomar decisiones.

De esto quiero hablar hoy cuando me refiero al enemigo - queremos ser mandados -. Algunas personas realmente lo prefieren, es más, yo diría que en todo equipo siempre habrá alguna persona de este estilo.

Y cuando digo "queremos ser mandados" me refiero a recibir instrucciones literales de lo que hay que hacer, que nos "dicten la carta" que tenemos que escribir, y que nos corrijan a continuación cualquier posible mala interpretación.

Es muy cómodo, la responsabilidad desaparece y con ella el riesgo al error y la culpa.

¿Huimos de la responsabilidad o es que implicarnos y aportar ideas lo consideramos una batalla perdida? ¿Es que acaso nos hemos topado con la pared tantas veces, que por nuestra propia salud hemos decidido "seguir el dictado"? No hay energía suficiente en el mundo para mover una pirámide bien asentada.

A primera vista puede parecer una opción válida, al menos saludable, la única posible cuando las otras han fallado.



Permitidme ahora analizarlo desde el punto de vista de la realización personal y los tres ingredientes a los que hago referencia en este blog: la obra tangible, el vínculo social y los valores.

Desde el punto de vista de la obra, la diferencia está en el alcance y en la propia tangibilidad de la obra, y me explico. Volviendo al símil anterior, no es lo mismo si te dictan que si te piden la carta ya escrita. Es más cómodo si te la dictan, pero en ese caso la obra del trabajo queda reducida a la forma, las faltas de ortografía, la rápidez de escritura, etc... En el segundo caso también está el fondo, la estructura, el vocabulario, etc... La obra es más amplia en forma y contenido, es la carta en si misma. En el primer caso no es tangible, en el segundo es sensorial.

Desde el punto de vista del vínculo social: confianza, pertenencia, compromiso; se nos cae todo. La confianza no existe cuando te dictan, el que te dicten es una demostración de desconfianza. El sentimiento de pertenencia queda lejos si lo que estás haciendo no va contigo, la carta es "del otro". Consecuentemente tampoco el compromiso con el resultado del trabajo.

Desde el punto de vista de los valores, criterios y virtudes, va a depender de los valores de la empresa y de los tuyos. ¿quien sabe? puede que haya incluso confluencia, llevado al extremo, sádicos y masoquistas bajo un mismo tejado.

No importa donde te encuentres, si te dictan la carta, estás cediendo a otros tu realización personal.

¿Y qué puedes hacer si no te dejan escribirla?

¿quieres escribir la carta tu solo? ¿en qué momento de darás cuenta de que escribir la carta es el camino y es tu opción? 

Responder a estas preguntas es el primer paso y el más importante. De una forma o de otra ya encontrarás el cómo.

martes, 6 de mayo de 2014

Humillaciones

No es un autor al que conozca mucho, Juan Manuel de Prada, de momento lo he leído en el dominical del periódico. Curiosamente y salvando las distancias, suele compartir en su columna algunos de los temas de los que yo hablo en este blog: sociedad, valores, mercados, etc...  desde un punto de vista moral, en su caso muy próximo al cristiano.

En su artículo/columna que titula Humillaciones habla de las relaciones con los jefes y el principio de autoridad, algo similar a lo que denomino poder personal. Según él, este principio ha sido contaminado por el de igualdad, con el resultado de que las personas no somos capaces de percibir el mérito ajeno y nos vemos limitados para reconocer la valía del prójimo. Aquí os dejo el enlace al artículo.

Pero esto no es lo más interesante sino el ejemplo que con propósito consolador nos expone. En concreto el de San Juan de la Cruz y las humillaciones que sufrió durante las persecuciones de la reforma del Carmelo. Preso en una celda inmunda acusado de rebeldía, privado de alimentos y maltratado durante ocho meses, mientras sus carceleros esperaban que se retractara.

Nos dice de Prada que San Juan de la Cruz compuso en esa celda el Cántico espiritual, ... la más divina obra humana que vieron los siglos. Para concluir que las humillaciones no pueden matar nuestro espíritu, que allá donde abundan las humillaciones nuestro espíritu se hace más fuerte, ardiente e intrépido. En definitiva, que lo que no te mata te hace más fuerte.

Esta afirmación viene a estar en línea con la prueba a la que se sometió Castaneda y que describí en la anterior entrada.



Al leer el artículo, parece que la solución se busca en un nivel diferente al que se plantea el problema, el jefe <-> nuestro espítitu. Me vienen a la cabeza virtudes como la aceptación y esperanza, que también recomiendo cultivar además de otras, más interesantes a mi entender, como la responsabilidad, autonomía y excelencia, que nos animarán a seguir adelante y buscar una solución al jefe.

Y como no podemos cambiarlo, al jefe me refiero, tendremos que cambiar nosotros y nuestra estrategia. Más que cambiar, mejorarnos, un update que diría Maslow.

San Juan de la Cruz acabó escapando de su cautiverio, por lo que podemos decir que algo haría además de escribir el Cántico espiritual. A Dios rogando y con el mazo dando.

viernes, 21 de marzo de 2014

La propia importancia

Hoy quería reflexionar sobre algo que leí hace tiempo sobre la importancia personal. No me ha sido fácil volver a encontrar el pasaje en cuestión pero, el que la sigue la consigue y aquí está para compartirlo.

Es sobre Castaneda, no algo escrito por él mismo, sino algo que contaban sobre su vida.

Hace referencia a la aplicación práctica de uno de los principios que nos menciona en sus libros, el de acabar con el sentimiento de importancia personal. Que viene a ser algo así como el de relativizar la imagen de uno ante los demás y ante si mismo hasta desposeerla de valor.

El texto lo he sacado del libro Las enseñanzas de Don Juan Matús de Vladimir Antonov, que es un autor sobre temas espirituales con un marcado sesgo hinduísta (para mi gusto).

Os dejo con el texto:

He aquí un hecho interesante e instructivo de la biografía de Castaneda. A pesar de que él, después de publicar sus libros, se convirtió en un millonario y podía llevar una vida libre de las limitaciones materiales, él y su compañera íntima, la Gorda, al terminar su aprendizaje en la Escuela de Don Juan, se emplearon, bajo nombres falsos, como sirvientes en la casa de un rico y sufrieron humillaciones, desde la rudeza hasta la alevosía de otros sirvientes.

Castaneda y la Gorda lo hicieron para destruir completamente en ellos «el sentimiento de la propia importancia», para borrar su «historia personal» y para adquirir la humildad. Pues, como lo puso Castaneda, todo lo que pasa con un guerrero en el mundo físico no importa; la única cosa que importa es su estado de la conciencia.




¿No sé que os ha parecido? A mi me llamó la atención por lo extremo. Como ejercicio es todo un reto. Desde luego está bastante alejado de los parámetros de nuestra cultura del éxito. Estamos más acostumbrados a ver a los líderes "new age" ejerciendo de eso, de líderes de grupos más o menos grandes, más o menos organizadas, que de sirvientes anónimos de los ricos.

Pero en todo esto había algo que no me encajaba. Si el ejercicio era liberarse del sentimiento de importancia personal ¿cómo es que nos hemos enterado?¿cómo es que este hecho es conocido? al final si todo el mundo lo sabe, solo puede servir para aumentar el sentimiento de importancia personal.

Con toda esta incertidumbre me puse a leer un poco más sobre Castaneda y de lo poco que hay: una entrevista muy interesante, los datos sobre su fallecimiento y un montón de referencias indirectas, saqué mis propias conclusiones.

Parece ser que este señor vivió una vida relativamente anónima y acomodada. Si es que alguna vez sirvió a un rico sufriendo humillaciones y alevosía de otros sirvientes fue tan solo como un ejercicio y no como una opción vital. Lo cual tampoco está nada mal.

Dejando al margen la veracidad de lo que nos cuenta Antonov y aun suponiendo que nunca ocurriera, la experiencia que nos cuenta que tuvieron Castaneda y su compañera, es congruente con el principio de acabar con la importancia personal. A mí el planteamiento me ha parecido inspirador. Como dije arriba, es todo un reto salirse de los patrones de evaluación de nuestra sociedad. Asumir un segundo plano y reconocer en ello un indicador de nuestro poder personal, es algo fuera de habitual, que no se lo plantea casi nadie.

Aunque se relaciona con la realización personal, el pragmatismo que nos propone Castaneda no busca el cambio de la sociedad, busca vivir la vida de forma intensa, ejecutando cada acto como si fuera el último que hiciéramos en la vida. La mayoría de las enseñanzas de Don Juan (Castaneda) son recetas para el crecimiento vertical.

Lo social, tiene poco espacio en la obra de Castaneda, tan solo nos ofrece el "desatino controlado". Pero de esto ya hablaremos en otra entrada.

domingo, 29 de diciembre de 2013

Los enemigos

¿Qué hace que hablemos mal de los funcionarios y en cuanto podemos nos comportemos como tales?

A cuenta del cierre de Fagor Electrodomésticos, matriz y buque insignia del cooperativismo de Mondragón durante muchos años; me cuentan que los trabajadores se habían acomodado, que se habían convertido en funcionarios, que pensaban que la gran empresa, como si de un estado se tratase, nunca caería. Y así fue durante muchos años, cuando los mecanismos de defensa del Grupo Mondragon soportaron los embates de las diferentes crisis.

Me dicen que, aunque la situación era mala hace tiempo, los trabajadores, algunos de ellos, se negaban a ser reubicados en empresas con trabajos más "incómodos", que aumentó el absentismo y las bajas en época de caza, que se resistían a bajarse el salario, etc...

No sé cuanto hay de verdad en lo que acabo de decir, pero me da pie a reflexionar sobre las razones que hacen que cambiemos la realización personal por la comodidad. Que dejemos atrás la solidaridad y el compromiso con el proyecto colectivo por el beneficio individual.

¿Es posible que un trabajo que reúna los ingredientes de la realización personal, el día menos pensado, deje de motivarnos?

Con esta entrada quiero iniciar una serie de reflexiones sobre los factores, a los que he llamado los enemigos, que producen cambios en las personas,



¿Por qué somos más solidarios cuando menos tenemos y cuando tenemos mucho, a lo sumo caritativos?

¿Qué es lo que hace, que lo bueno en época de crisis no lo sea en época de bonanza?

Ya en alguna de mis entradas hablé de la obesidad, esa tendencia natural a acumular grasas para las épocas de escasez. También he hablado de la animalización que se produce cuando sentimos miedo y pensamos que peligra nuestra subsistencia, cuando nos saltamos nuestros valores y reglas morales para garantizar esa subsistencia.

También está el acomodo, el enemigo silencioso en cuyos brazos todos podemos caer, perdón, en el que todos acabamos cayendo.

De todo esto y de algunas cosas más, hablaré en las siguientes entradas bajo la etiqueta "enemigos".

Se admiten sugerencias.

jueves, 24 de octubre de 2013

Valores, criterios, virtudes

Siguiendo con la serie de entradas donde expongo mi receta para alcanzar la realización personal en el trabajo, llegamos al tercer ingrediente, los valores.

Con ellos me refiero a esa razón última, o al menos muy elevada, que guía e inspira nuestras acciones.

Para empezar os hago un pequeño resumen de la teoría sobre los valores y fines últimos que rigen nuestras actuaciones.

Para los griegos la felicidad era el fin último que busca el ser humano.

Para Fredy Kofman en su libro METAMANEGEMENT existen 5 valores del más alto nivel que son universales y compartimos todos los seres humanos: felicidad, plenitud, libertad, paz y amor. Son fines en sí mismos y no herramientas para alcanzar algo superior.

Tony Buzan el creador de los mapas mentales, propone una lista de valores comúnmente aceptados o habituales por las personas, para que seleccionemos los más acordes con nuestra personalidad. La lista de valores sería: Verdad, Compasión, Amor, Tolerancia, Unidad, Paciencia, Honestidad, Cooperación, Comprensión, Integridad, Gratitud, Justicia, Valor, Libertad, Caridad, Confianza, Humor, Igualdad, Simplicidad, Paz, Responsabilidad, Pureza, Persistencia, Armonía.


La confluencia de los valores personales y los de la empresa son una condición necesaria para la realización personal. Actuar según los valores personales en el trabajo es una medida y una requisito sine qua non para la realización personal. Todos los actos que están orientados hacia nuestros valores y así lo percibimos, nos procuran satisfacción personal y la sensación de congruencia. Las acciones en sentido contrario, son solo soportables durante un periodo de tiempo limitado, muchas veces a costa de nuestra salud.

De la misma manera que lo que hacemos cada uno de nosotros tiene una razón, las tareas que realizamos en nuestra empresa tienen una motivación, consecuencias, objetivos, fines específicos. La empresa define sus fines a través de la Misión, Visión y los valores pero también a través de sus objetivos estratégicos y de sus actuaciones, sobre todo a través de sus actuaciones.

Si solo nos fijáramos en el enunciado de la Misión y Visión de la empresa, sería fácil confluir, porque de citar expresamente algún valor, este suele ser muy general: bienestar de la sociedad, ecología, bien común. Es fácil confluir en los valores más elevados, lo difícil es estar de acuerdo en cómo se llevan a la práctica en el día a día, con qué criterios se toman las decisiones, con qué criterios se valoran las acciones, cuales son los hábitos, etc...

Los comportamientos que generan estos valores son las virtudes, su otra cara son los vicios y su bastardización. Adjunto la tabla que nos presenta Kofman.

Virtud Vicio (oposición) Vicio (bastardización)
Responsabilidad Culpar (a los demás) Culpar (a uno mismo)
Autonomía Subordinación Alienación(egoísta)
Excelencia Mediocridad Exitismo
Honestidad Hipocresía-Falsedad-Mentira Sincericidio
Humildad Arrogancia Autodesvalorización
Respeto Menosprecio Servilismo
Compasión Dureza (de los juicios) Conmiseración - Lástima
Bondad Maldad Imposición(moralista)
Integridad Deshonra (de los compromisos) Obsesividad
Ecuanimidad Volatibilidad - Inestabilidad emocional Frialdad - Desapego
Disciplina Indulgencia Sobreexigencia(super-egoica)
Impecabilidad Maquiavelismo(el fin justifica los medios) Miopía

Ahora os dejo la tarea de identificar cuales son las virtudes en vuestro entorno más próximo.